“Nunca le digas a la gente cómo hacer las cosas. Dile lo que ha de hacer y te sorprenderá con su ingenio”, Patton.
Hoy más que nunca Venezuela amerita un marcapaso, una ruta que le permita abortar la tragedia en desarrollo. En dos décadas ha sido suficientemente destruida y es obvio concluir, que no tiene reparación en manos de quienes han originado el holocausto; en consecuencia, es pertinente plantearse qué y cómo hacer para establecer el rescate y restauración, todo ello sobre la marcha y sin demora.
Ese es el origen de nuestra propuesta. Hablo en plural, porque hemos venido trabajando en el tema un conjunto de líderes, dirigentes políticos y sociales de las distintas regiones del país, que encontró eco razonable en la región donde está el epicentro de la tragedia, Guayana. Por ello insurgimos con la idea de abajo hacia arriba y de afuera hacia adentro. Toda vez que las cúpulas políticas están embargadas por la inercia.
El trabajo que estamos desarrollando implica la constitución de plataformas de unidad regional que aglutinen liderazgos políticos y sociales, así como las organizaciones que estos las conformen. A propósito de construir unidad de objetivos, movilización social y organización ciudadana.
Evaluados los escenarios y propuestas de los mantras, concluimos fundamentalmente en que éstos tienen básicamente dos elementos tóxicos, uno, al no señalar cómo ser ejecutados, induce automáticamente a la inercia y dos, todos los mantras eximen al ciudadano de su rol protagónico. De ahí la conclusión, basta de mantras mágicos y tóxicos.
Fue así, como formulamos nuestra ruta federal, provinciana, desde el más apartado rincón de Venezuela. Convertir las elecciones regionales previstas en la constitución y diseñadas para elegir 23 gobernadores, 335 alcaldes, 251 diputados regionales y 2346 concejales en epicentro plebiscitario contra el régimen. Expresado en la política de ni una sola Gobernación para Maduro. Primero las regionales y después Miraflores. Voto si, balas no. Cumplido este propósito, vamos por el revocatorio y concluimos en las presidenciales. Sabemos que no es un lecho de rosas. Que es un maratón con obstáculos, que no tiene rasgos inmediatistas, pero su ejecución depende fundamentalmente de nosotros, los ciudadanos.
Este diseño implica la utilización instrumental de todos los recursos y herramientas que tengamos a mano, capitalizando todas nuestra fuerzas. Las sanciones internacionales a los capos y jerarcas del régimen, la legitimidad y reconocimiento internacional del Presidente Juan Guaidó y la Asamblea Nacional (2015), las demandas adelantadas en la Corte Penal internacional, las operaciones que se adelantan ante la OIT, la solidaridad expresa de EEUU, la UE, el grupo de Lima, la OEA, la comisión de DDHH de la ONU, los buenos oficios de Noruega y el Vaticano, nuestros voceros en el CNE, la impopularidad deslegitimadora de Maduro y sus acólitos; todo eso en un solo paragua, capitalizar todas nuestras fuerzas, para usarlos de modo táctico en medio de la estrategia.
Y por último convertir nuestro músculo electoral, entiéndase miembros y testigos electorales ubicados en los 14 mil 200 centros de votación del país, en una fuerza social capaz de acompañar, movilizar y organizar al pueblo ciudadano en sus luchas por un mejor vivir, sus reclamos, sus vacunas, sus exclusiones. Hacer de la agenda social del pueblo, la principal agenda política del país. Esto nos debe servir para facilitar la salida del régimen, para instaurar la libertad y la democracia y posteriormente para impedir que el régimen regrese al poder. Como se puede observar, no es instrumento de uso estrictamente electoralista sino fundacional para una Venezuela libre, democrática y mejor.
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