El incierto camino de la niñez migrante venezolana vulnerada en Colombia

 ¿Cuánto se rompe en la vida de una niña, un niño o un adolescente que migra forzosamente y luego padece el abandono o separación de sus padres? ¿qué capacidad tienen estos menores de edad, para procesar el desarraigo y la soledad a tan temprana edad?

El incierto camino de la niñez migrante venezolana vulnerada en Colombia

Sara, Samanta, María Lucía, Lyam, José Andrés, Victoria, Camila, Paola, Lía son algunos de los nombres que se pueden leer en una larga lista que cada vez se amplía con el paso de los días. Hacen parte de unos 190 niños, niñas y adolescentes migrantes y refugiados venezolanos que buscan a su familia, a quienes no solo les falló el Estado donde nacieron, también se han quedado sin un hogar.


El micrositio web donde salen sus nombres y que poco se divulga en Colombia, es una de tantas páginas a las que no se puede acceder en Venezuela, donde persisten los bloqueos, el racionamiento y fallas en el acceso a internet. 


De los casi 2,9 millones de migrantes y refugiados que alberga Colombia, unos 769.817 son niñas, niños y adolescentes, en edades comprendidas entre los 0 a los 17 años. La cifra total, divulgada en febrero de este año por la autoridad migratoria, fue despublicada de su sitio web sin explicaciones. El Gobierno decidió entonces volver a hablar de 2,5 millones de venezolanos en su territorio, retrocediendo a cifras que datan de hace más de un año. 


Aunque a veces es fácil perderse entre los números, siempre son necesarios. A abril de 2023 Colombia mantiene activos a nivel nacional casi 72 mil casos de niñas, niños y adolescentes a los que se les han vulnerado sus derechos y que han sufrido algún tipo de violencia. De esta cifra, casi 3 mil casos en averiguación corresponden a menores de edad migrantes y refugiados venezolanos, de los cuales 1.082 están internados en instalaciones del ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar), la autoridad competente en materia de infancia, dato que fue revelado en la investigación “El limbo de los niños y las niñas migrantes de Venezuela, abandonados en Colombia”. El resto, continúa dentro de sus entornos, pero con procesos abiertos que implican un seguimiento a los adultos responsables de sus cuidados. 


Luces, cámara, inacción


Gustavo Petro y Nicolás Maduro se han reunido seis veces después de oficializar el restablecimiento de las relaciones bilaterales en agosto de 2022. Los encuentros han acaparado gran espacio y tiempo en medios locales e internacionales. Las piezas se han movido rápido en el tablero para Colombia, que a través de sus distintos voceros de gobierno demuestra su interés en varios aspectos puntuales: el comercio bilateral, la petroquímica Monómeros (filial de PDVSA, que surte el 40% de los fertilizantes al país), un hipotético e incierto suministro de gas venezolano y la participación del gobierno de Maduro como garante en el proceso de paz con la guerrilla del ELN (una de sus promesas de campaña y de gobierno). 


Pero el tema migratorio venezolano sigue desdibujado y marginado, fuera de las declaraciones conjuntas de ambos mandatarios. Venezuela insiste más bien en restarle peso a la diáspora, cuyo impacto, según confirma el Banco Interamericano de Desarrollo equivale a haber perdido casi una quinta parte de su población. Por ende, el tema de la niñez y adolescencia migrante en Colombia no se menciona.


En menos de un año, Colombia y Venezuela han cambiado dos veces de embajadores respectivamente, incluyendo un escándalo de por medio en la renuncia del representante neogranadino en Caracas. Por su parte, las sedes consulares siguen sin arrancar del todo en ambos territorios y sin prestar apoyo real a sus connacionales.


Sobre los niños, niñas y adolescentes venezolanos bajo la custodia de Colombia no hay quien responda con contundencia, mucho menos desde la emisión de la sentencia que permite solicitar la nacionalización de menores de edad migrantes venezolanos en estado de abandono probado para que entren posteriormente  en un proceso de adoptabilidad. 


¿Cuántos canales se han agotado entre ambos gobiernos para buscar a sus familiares? ,¿quiénes deciden que regresarlos a Venezuela será una opción que restituya y garantice los plenos derechos de estos menores de edad?


El Grupo Interno de Trabajo de Nacionalidad de la Cancillería de Colombia ha confirmado que hasta febrero de 2023 sólo se había concedido la nacionalidad a un niño migrante venezolano. En la respuesta se revela que también se han solicitado (desde el ICBF) más nacionalizaciones de este grupo de menores de edad pero que no han prosperado ya que “que algunas solicitudes que se han recibido para el efecto, no cumplieron con los requisitos y condiciones señaladas por la Corte Constitucional en la mencionada decisión”. 


Niñas y niños rotos


“Cada instante que pasa sin que su situación se resuelva adecuadamente puede desencadenar consecuencias graves en su desarrollo. El amor y el cuidado son condiciones esenciales para la vida. Sin embargo, la decisión de dar en adopción a niños y niñas en este contexto plantea delicados problemas”, han expresado en conjunto y por escrito las magistradas de la Corte Constitucional Natalia Ángel Cabo y Diana Fajardo Rivera.


Solo en los cuatro primeros meses de 2023 se han abierto 1.004 Procesos Administrativos de Restitución de Derechos (PARD) a menores de edad venezolanos en Colombia, como se denomina a las investigaciones que se abren cuando hay serias transgresiones a sus derechos. Es decir, entre enero y febrero de 2023, un promedio de 8 niños ha sufrido diariamente violaciones a sus derechos e integridad. 


“Muchos escenarios pueden aparecer para estos niños, niñas y adolescentes.  Dependerá de las circunstancias próximas, de quiénes los adopten, si los recuperan de nuevo sus padres, si estos están vivos o de las condiciones en que puedan ser rescatados”, dice la psicóloga Marisol Ramírez, quien ha iniciado en su programa radial semanal un ciclo de entrevistas dedicado a la salud mental de la infancia y adolescencia en contextos de migración y de la Emergencia Humanitaria Compleja que vive el país. 


A medida que pasan los días, el denominador común es el silencio de las autoridades de ambos países por lo que siguen surgiendo más preguntas: ¿es suficiente lo que hacen desde los Estados receptores de la diáspora venezolana para resguardar la integridad de la niñez migrante? ¿Es suficiente el trabajo de la cooperación internacional al respecto?


Las proyecciones hablan de un aumento alrededor del éxodo venezolano. La plataforma R4V, coliderada por instancias de Naciones Unidas (ACNUR y OIM) contabiliza ya en 7,32 millones los refugiados, migrantes y solicitantes de asilo por el mundo. Las razones que han provocado el mayor desplazamiento forzado del continente americano siguen allí. “Venezuela no se arregló” y la deuda con la niñez y la adolescencia, la que se quedó y la que se fue, sigue creciendo.


Paula Andrea Jiménez es periodista venezolana residenciada en Colombia

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